Un recorrido por la ciudad en la furgoneta de un transportista demuestra las dificultades que el carril bus y la escasez de plazas de carga y descarga causan a los trabajadores de este sector.
La escasez de espacios para carga y descarga, los estrictos horarios que regulan las calles peatonales y los atascos que se forman en las vías en las que funciona el carril bus provocan que los repartidores acumulen retrasos en las entregas y terminen su jornada laboral más agotados.
Un recorrido por las calles de la ciudad en una furgoneta de reparto revela las dificultades que sufren los transportistas a causa, entre otros factores, del funcionamiento del carril bus. El diario LA OPINIÓN acompañó a un trabajador del sector durante una mañana entera para comprobar los problemas a los que deben enfrentarse diariamente los miembros del colectivo.
"Ahora tengo que hacer una entrega en San Andrés pero, para no arriesgarme, voy a dejar la furgoneta en la calle Real e ir andando", comenta Daniel Muñiz mientras camina cargado de cajas hacia la clínica de un dentista, a donde tarda diez minutos en llegar.
Muñiz comienza su jornada laboral a las 8.30 horas en el polígono de Pocomaco, pues además de entregar la mercancía debe encargarse de colocar los paquetes dentro de la furgoneta y de planificar el itinerario más corto y cómodo.
El transportista culpa al carril bus del hecho de que sus turnos -trabaja por la mañana y por la tarde- sean ahora más largos. "Hay veces que tardo casi dos horas más en realizar mi trabajo y eso por no hablar de las veces en las que parte de la mercancía queda sin repartir por falta de tiempo o por la imposibilidad de aparcar", critica Muñiz.
El recorrido del repartidor comienza en la calle Real, una vía que, según los transportistas, debería estar abierta a la circulación durante más tiempo. "Podemos trabajar en las peatonales entre las 6.00 y las 11.00 horas. El problema es que hasta las diez no hay ningún comercio abierto", explica.
Daniel Muñiz decide dejar para el final los repartos en Federico Tapia y en los locales de San Andrés demasiado alejados de la calle Real. El repartidor, antes de circular por las calles afectadas por el carril bus, completa una decena de recados en vías como Riego de Agua, los Cantones y Linares Rivas.
Todas las entregas cerca del carril bus resultan complicadas y lentas por uno u otro motivo. Un camión que obstruye el paso en la calle Mariñas, zona a la que el repartidor acude tras haber comprobado que todas las plazas de carga y descarga de San Andrés están ocupadas, provoca una pérdida de tiempo de casi diez minutos y se convierte en el incidente más relevante del recorrido.
Ved el resto de las imagenes del reportaje de La Opinión
Un recorrido por las calles de la ciudad en una furgoneta de reparto revela las dificultades que sufren los transportistas a causa, entre otros factores, del funcionamiento del carril bus. El diario LA OPINIÓN acompañó a un trabajador del sector durante una mañana entera para comprobar los problemas a los que deben enfrentarse diariamente los miembros del colectivo.
"Ahora tengo que hacer una entrega en San Andrés pero, para no arriesgarme, voy a dejar la furgoneta en la calle Real e ir andando", comenta Daniel Muñiz mientras camina cargado de cajas hacia la clínica de un dentista, a donde tarda diez minutos en llegar.
Muñiz comienza su jornada laboral a las 8.30 horas en el polígono de Pocomaco, pues además de entregar la mercancía debe encargarse de colocar los paquetes dentro de la furgoneta y de planificar el itinerario más corto y cómodo.
El transportista culpa al carril bus del hecho de que sus turnos -trabaja por la mañana y por la tarde- sean ahora más largos. "Hay veces que tardo casi dos horas más en realizar mi trabajo y eso por no hablar de las veces en las que parte de la mercancía queda sin repartir por falta de tiempo o por la imposibilidad de aparcar", critica Muñiz.
El recorrido del repartidor comienza en la calle Real, una vía que, según los transportistas, debería estar abierta a la circulación durante más tiempo. "Podemos trabajar en las peatonales entre las 6.00 y las 11.00 horas. El problema es que hasta las diez no hay ningún comercio abierto", explica.
Daniel Muñiz decide dejar para el final los repartos en Federico Tapia y en los locales de San Andrés demasiado alejados de la calle Real. El repartidor, antes de circular por las calles afectadas por el carril bus, completa una decena de recados en vías como Riego de Agua, los Cantones y Linares Rivas.
Todas las entregas cerca del carril bus resultan complicadas y lentas por uno u otro motivo. Un camión que obstruye el paso en la calle Mariñas, zona a la que el repartidor acude tras haber comprobado que todas las plazas de carga y descarga de San Andrés están ocupadas, provoca una pérdida de tiempo de casi diez minutos y se convierte en el incidente más relevante del recorrido.
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Y no tendrán culpa también los que aparcan impunemente en las zonas de carga y descarga...?
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