Las obras colapsan el tráfico en el entorno de la plaza de Galicia.

Desde el inicio de las obras, coches, taxis, motos y buses comparten un único carril en una de las calles más transitadas y con más semáforos de la zona, lo que hace imposible una circulación ágil para los vehículos. Así, desde el final de la plaza de Galicia hasta la plaza de Pontevedra, los atascos y los claxon se convirtieron en un hábito por parte de los automovilistas, así como entre la plaza de Mina y Juan Flórez, pasando por la calle de Ferrol.

Los trabajos comenzaron durante el mes de mayo, con el inicio del verano, y a día de hoy, los obreros no cuentan con rematarlas hasta el próximo mes de septiembre. Eso sí, los vecinos de la zona afirman que éstos están trabajando “a destajo, no es como en otras obras en la que ves a los obreros fumando y hablando, aquí no paran ni un minuto”, especifica la dueña de una de las tiendas ubicadas en la calle.

La sustitución del pavimento y de las aceras de la zona pertenecen al Fondo Estatal de Inversión Local (FEIL). Para su realización, las obras cuentan con un presupuesto total de 341.035 euros.

Perjudicados > Los principales afectados son los vehículos obligados a pasar por el vial levantado. Al quedar imposibilitado el carril bus por el que taxis, motos, bicis y autobuses podían circular con agilidad, los automovilistas tendrán que cargarse de paciencia hasta que las obras finalicen.

Sin embargo, éstos no son los únicos perjudicados, tiendas y bares de la calle también están sufriendo las consecuencias de la remodelación.

Pocos son los que señalan el lado positivo de las obras, tal como hace la dueña de la mercería Otero, al afirmar que “nos van a quedar unas aceras muy bonitas”, que también recalcaba que “por lo menos lo hacen en verano, si lo llegan a hacer en invierno no acaban nunca”.

Sin embargo, la gran mayoría de los comerciantes piensan que las obras “espantan” a los clientes con el ruido y el polvo que levantan. De hecho, las mayoría de ellos manifiestan que deben limpiar las entradas y los escaparates varias veces al día.

Otros, simplemente cierran las puertas para impedir que el polvo que levantan los trabajos entre en las instalaciones “pero los clientes, al no ver las puertas abiertas piensan que está cerrado y ya no se acercan”, afirma el encargado de la tienda Alfa.

Por otra parte, algunos bares no pueden sacar las terrazas al exterior, perdiendo así clientela y por lo tanto beneficios en una época en la que más turistas hay en la ciudad.

Fuente:El Ideal Gallego