12 de junio de 2017

Dos historias de autobús; civismo, educación y el incierto futuro de estos dos conceptos...

Hace unos días disfrutábamos de la narración de un suceso curioso en forma de tuits. La narradora (una periodista asturiana) fue protagonista y observadora de lujo en un autobús (¿urbano?). No íbamos a traerlo al Blog Busurbano, ya que estas cosas no forman parte de la actualidad local del bus urbano de Coruña. Si bien es cierto que en ocasiones adoptamos, de otras fuentes y lugares, sucedidos anecdóticos, experiencias ajenas o circunstancias de las que sacar alguna conclusión.

Lo que nos anima hoy a transcribir el hilo de acontecimientos es la lectura que acabamos de hacer de un artículo -este sí es del aquí y ahora cotidianos de Coruña- en el que Antía Díaz Leal saca a colación el delicado tema de los asientos reservados de los buses urbanos en sus "Crónicas Coruñesas" de La Voz. Realmente está todo en relación, como veréis... Vayamos por orden de proximidad. Antía hace referencia a uno de los carteles que hace unos seis años conformaban una campaña denominada "El autobús somos todos":


"¿Asientos reservados?"

«Yo nunca ocupo los asientos reservados para personas con movilidad reducida. Sé que hay gente que los necesita pero no se atreve a pedirlos si están ocupados» 
"Una tal Beatriz firma uno de los carteles que circulan en nuestros buses (en el 20, este último) y que nos recuerdan que los hacemos entre todos.


Lamento decir que Beatriz debe ser de las pocas que hace tal cosa: respetar los asientos reservados a personas mayores, con alguna dificultad para moverse, o embarazadas. Enfilaba el 14 la ronda de Outeiro desde la estación de tren y lo hacía cada vez más lleno. Era un bus articulado, de esos que parece que van engullendo pasajeros hacia la parte de atrás, como si hubiese un doble fondo, que no tiene límites. Pero los hay. Al calor espantoso se sumaba la imposibilidad de encontrar ya no un asiento libre, sino casi un espacio para viajar de pie con la seguridad de poder agarrarse a una barra.

Cuando ya no cabía un alfiler, subió un anciano con bastón. Y no le quedó más remedio que buscar dónde sujetarse, porque no había asiento delante ni posibilidad de colarse hacia atrás en busca de un hueco más cómodo. Junto a él, cómodamente sentada, una chica joven. Y una embarazada. Que fue la que se levantó para ofrecer su sitio. No no, que voy bien, dice el hombre. Ella insiste. Que de verdad que no, si son unas paradas. Los dos de pie, claro, en ese tira y afloja que tanto nos gusta en este país mientras no solucionamos nada. Y entonces la chica joven gira la cabeza (estaba convenientemente absorta en la ventanilla) y ofrece también su asiento, que no se había fijado, dice. La chica, obviamente, no era Beatriz la del cartel, ni se le había pasado por la cabeza mirar los dibujos que indican para quién son los asientos reservados. El señor, por cierto, no se sentó... y la embarazada tampoco: ambos hicieron el resto de su viaje de pie, uno al lado del otro como dos pasmarotes, con su barriga y su bastón reflejados en uno de esos dibujos que tan claro dejan para quién son los asientos. Tiene razón Beatriz: no cuesta tanto dejar esos sitios libres en cuanto se abre la puerta y sube gente, para que nadie tenga que pasar el apuro de pedir el lugar que le corresponde.

Ocurrió en esa línea y en hora punta, pero me temo que es generalizado: que se lo digan a los mayores que cogen algún bus de los que frecuentan los adolescentes que van a clase. Esos que se sientan de dos en dos, o que dejan las mochilas en el pasillo. Seguro que los hay, pero yo no he visto ni al primero ceder un asiento a una persona mayor. No es mal de jóvenes: todos parecemos caer alguna vez en la tentación de mirar por la ventana como si lo que ocurre dentro del bus no fuese con nosotros."

Nos imaginamos lo que estáis pensando y seguramente coincidimos en todo... Ahora pasamos a lo anecdótico, contado en primera persona por @Marode. Dejamos a mano el primer tuit, y luego transcribimos para mayor comodidad lectora:


Hoy me pasó una cosa muy guapa en el bus. Iba cargada de bolsas (estoy de mudanza y aprovecho cualquier momento). Iba lleno, me fui al fondo. Detrás de mí una mujer con bastón, muy delgadina, mayor. Camina con dificultad. Nadie mueve un dedo ( mejor dicho, el culo). Arranca el bus. Yo llego al fondo, deposito casi rozando las puertas, dos bolsas grandes. La mujer me sigue y me mira... cada curva supone un agobio. Agarro su brazo, se aferra al mío y, en estas, casi nos vamos contra dos de los viajeros bien sentados sobre sus posaderas. Me enciendo.
- ¿Les importaría que se sentara la mujer?, pregunto con cierta mala leche a los tipos.
- Tranquila, me quedan sólo tres paradas, dice uno.

El otro no contesta. Y el resto... tampoco. Desolada, comprendo que me ha tocado el bus de mierda, siempre hay uno. La mujer y yo,suspiramos. De la recta de Pablo Iglesias se nos viene encima la curva para Viesques (Xixón) y me apetece rezar a cualquier dios o ponerme a gritar.
En la parada del Codema, sube un punk, un punk de libro, todo un señor punk, mi punk de juventud, EL PUNK. Se nos viene casi directo, sonríe. No necesita un mapa para saber qué se cuece en nuestro rincón. El punk de mi vida se encara con una suavidad que ni la madre Teresa de Calcuta.
- Perdona que le moleste -le dice a la mujer con el bastón-, ¿no estaría mejor sentadita? Y, a continuación, fija su mirada de PUNK en ellos:
- Pues estos caballeros tan simpáticos estarían encantados ¿no? porque si no estuvieran encantados vaya ¡¡puta mierda!!


Ahorro decir lo que siguió al puta mierda más alto y claro que he escuchao en mi vida. Un puta mierda PUNK,el padre de todos los puta mierda. La mujer a nada de echarse a llorar, así te lo digo. Y yo descojonada. ¡Viva el punk! grité..., jajaja, qué gran día, muchachada. Los dejé charlando y tengo una euforia juvenil que ya ni recordaba... God save the queen/ She's not a human being/and There's no future.

Ni que decir tiene que las reacciones en twitter son de lo más variopinto y divertido, ya que tanto se pone a parir a los poco cívicos, como se comparten circunstancias semejantes, o se aportan curiosas sugerencias para espabilar a la gente...



En fin, no dejéis de ser atentos y educados, que no os dé corte, los gestos amables nos honran y dejan en evidencia a aquellos que -por caradura o por vergüenza sin sentido- pasan de lo lógico y razonable, que es ceder un asiento a quien lo precisa. Aparte, existe un "orgullo" también absurdo del mayor, la embarazada, etc, que rechaza el ofrecimiento, lo cual da pie a situaciones como la que relataba Antía Díaz Leal, que desorientan al más pintado... Seamos fieles a lo correcto y nada podremos reprocharnos :)


Fuentes:
Crónicas Coruñesas de La Voz de Galicia, 07/06/2017, Antía Díaz Leal
Toni Rodero‏ @marode
Mención en El Universal
Imágenes:
Blog Busurbano
Una aportación más...:
protocolo.org: ceder el asiento, una cuestión de educacion


Ah, por si queréis ver todos y cada uno de los carteles de la campaña "El autobús somos todos", aquí os los dejamos. Reflexionad y aplicadlos. Les daremos cancha pronto...:



Tenéis todos los carteles restantes después de este corte :



















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