3 de abril de 2011

El coche, 4 minutos más rápido que el 4 {en el recorrido del Carril Bus desde Federico Tapia hasta San Juan}

Antes de comenzar a degustar el artículo -que nos llamó la atención, recuperándolo del pasado mes de marzo- y dejándonos llevar por los antetítulos, subtítulos y demás encabezamientos, os recordamos que el Carril Bus y la calzada para los demás vehículos -así como el bus y los demás vehículos- no son oponentes que han de competir en igualdad de condiciones. ¿Tendrá que ver directamente que el coche le saque 4 minutos al bus en ese recorrido, si -primero- el bus ha de hacer presumiblemente más paradas; -segundo-, el usuario del coche ha de aparcarlo (y según en qué horas...); y -tercero-, si el gasto ya sabemos para quien es mayor?

Sea la perpectiva del artículo de La Opinión interpretado como hecho curioso y mera anécdota comparativa, pendientes todavía de analizar si conserva la lógica de la misma entre transporte público frente al privado. El quiero y no puedo que leeréis... ¿no parecerá muy relativo? (...) ¿Qué opináis?

12.28 horas. Calle Federico Tapia.

Un autobús de la línea 4 inicia su recorrido por el carril reservado al transporte público y, en la vía contigua, un turismo arranca en la misma dirección. El gigante rojo lleva una clara ventaja sobre el pequeño particular hasta que llega a su primera parada, a la altura de la plaza de Vigo, y se topa, nada más reiniciar su marcha, con el semáforo en rojo. Al otro lado de los bolardos conocidos en este caso como aletas de tiburón, el coche comparte calzada con un gran número de vehículos y rara vez puede subir de la segunda marcha en su palanca de cambios; sin embargo, y aunque el 4 tiene vía libre incluso para superar la velocidad permitida, y lo hace, el color rojo continuará en el retrovisor del turismo durante el resto de un viaje con meta en la calle San Juan, coincidiendo con el fin del carril especial.

El carril bus es algo así como un quiero y no puedo. El conductor de la Compañía de Tranvías pisa el acelerador y coge aire hasta que frena, y suspira, porque llega a una parada para recoger viajeros y abrir la puerta de salida a quienes han llegado a su destino. Reinicia su marcha con la esperanza de hacer justicia a una vía reservada para él, sin caravanas ni atascos, y se ve obligado a frenar de nuevo porque el semáforo estaba en verde mientras subían y bajaban los pasajeros y, ahora que ha cerrado sus puertas, la luz se ha vuelto roja. Claramente, un quiero y no puedo.

La solución podría estar en el anunciado a bombo y platillo proyecto Onda Verde, ya puesto en marcha pero no incluido en el único tramo de la ciudad que cuenta con carril bus. Con el nuevo sistema, un localizador instalado en los autobuses indica a la red semafórica de la ciudad, su proximidad a este tipo de señales y, con la llegada del vehículo, el paso a verde para los coches es más rápido. No se trata del mandito inicialmente anunciado para ser manipulado por los conductores de autobús, ni funciona en el carril bus como en un principio se pensó: el sistema opera en tres cruces de Monelos, a la altura del colegio Labaca, en las confluencias de la ronda de Nelle con la avenida Finisterre, Peruleiro y San Pedro de Mezonzo, y en la zona del Mirador de Os Castros.

Continúa el recorrido. El autobús de la línea 4 sigue su marcha, más o menos, en sintonía con el turismo hasta llegar a la plaza de Pontevedra, donde el particular pierde de vista al vehículo de la Compañía de Tranvías incluso pese a los atascos del centro de la ciudad. Finaliza San Andrés y llega Cordonería, Panaderas y el Campo da Leña, de un sólo carril por sentido y sin opción ya de divisar al compañero de ruta en el retrovisor.

El autobús avanza, frena y vuelve a avanzar en una rutina caracterizada por acelerar y frenar en función de si alguien pulsa el botón indicando al conductor su deseo de apearse y de si hay o no gente esperando en las paradas de la línea; una rutina a la que se le suma la obligación de dar paso a los peatones cuando los semáforos están en rojo, algo que parece formar parte de la tediosa Ley de Murphy cuando un bus arranca de un apeadero y dos metros más adelante debe frenar de nuevo.

Es lógico que el turismo gane la carrera. El particular tan sólo es frenado por los semáforos, y las retenciones cuando las hay. Muchos pensaban que el carril bus solucionaría este aspecto, pero lo cierto es que el coche llegó al fin de la calle San Juan, donde se terminan las aletas de tiburón, a las 12.35 horas y el autobús se topó con él, aparcado y esperándole para observar el resultado, a las 12.39.

Cuatro minutos de diferencia parecen pocos. Para quienes tienen prisa por llegar a sus destinos continúan siendo un suspenso en el afán por potenciar el transporte público en la ciudad, pero no así para los coches que no tienen que peregrinar detrás de los buses ni coches en doble fila.

Claro, claro, claro... Tal como hemos interpretado el artículo (quizá mal, quizá bien...), pues nada, si alguien alberga dudas acerca de qué medio es más efciente, rápido, rentable y sostenible, esperamos que se le haya aclarado el panorama. No está de más releerlo para su más profundo análisis y a posteriori aplicar un filtro de sentido común. Hay una de las opciones que, si la seguimos todos, ofrece un resultado absolutamente opuesto a la opción contraria.

Venga, a sacar conclusiones... ;-)


Fuente: La Opinión de A Coruña
Imágenes: La Opinión de A Coruña, blog busurbano, El Ideal Gallego

2 comentarios:

  1. Estos periodistas... siempre mezclando tocino con velocidad.
    Lo triste es que hay una gran cantidad de gente que debora las noticias sin ni siquiera pararse a pensar en lo que estan leyendo.

    En fin, tanto trabajo en pro de mejorar la movilidad en la ciudad y luego viene esta gente a tirar por tierra todo ese trabajo con un artículo absurdo.

    Esperemos que la gente sepa ver más allá y le apliquen ese filtro de coherencia y sentido común del que habláis.

    Sois geniales,seguid así.

    ResponderEliminar
  2. Quizáis ese coche chegou 4 minutos antes que o bus, porque non comparten carril, quizáis se tivesen que compartir os mesmos carrís tanto o coche coma ao autobús lles levaría máis tempo chegar ao seu destino. Xa que quizais o coche teria que ir detrás do bus e esperando nas paradas porque o outro carril estaría atrancado polos que aparcan en dobre ringleira.

    ResponderEliminar

Aquí tienes tu espacio para comentarios busurbanos...: