La otra cara de la moneda está representada por los empleados y usuarios del servicio público, para quienes la iniciativa tan solo ofrece ventajas. Una opinión que se corrobora de inmediato cuando se viaja a bordo de uno de los vehículos de la Compañía de Tranvías.
Una de sus líneas, la número 4, inicia su trayecto diario en el mercado de la avenida de Hércules, y se dirige hacia el bloque 56 de la calle Camilo José Cela. En su regreso, atraviesa Federico Tapia, San Andrés y San Juan, territorios allanados por el reciente carril. Y bien que se nota.
A las 12.55 horas de ayer, uno de estos buses pasaba por la parada situada en el número 119 de Juan Flórez. Muy poco tiempo después, a las 13.02 horas, llegaba el siguiente. Ello supone una antelación de cuatro minutos respecto a la frecuencia fijada para esta línea, que es de once para jornadas laborables. A los mandos de este último se sentaba J.A., que se había reincorporado al trabajo el 1 de septiembre y que ya habla maravillas de esta vía reservada. «Antes, el recorrido que discurre desde la parada anterior hasta la plaza de Galicia se completaba tranquilamente en veinte minutos. Porque claro, con tantísimos coches aparcados en doble fila, avanzar se convertía en misión imposible», explicó. Nada que ver con la realidad actual, en la que el conductor progresa con solvencia, aunque atento a los posibles obstáculos procedentes de carriles contiguos. Por ejemplo, los dos turismos que se cruzaron en su camino para incorporarse a la calle de Marcial del Adalid sin apenas frenar. «Existen zonas en las que no venía mal una señalización más completa, y los dobles semáforos representarían una buena ayuda», indicó.
En esta ocasión, el temido itinerario al que se refería J.A. concluía en tres minutos. «Y los ocupantes están encantados. No van al trabajo desesperados, como ocurría otras veces. A ver lo que pasa cuando empiece el colegio», apuntó el empleado, que se detenía en la plaza de Pontevedra a las 13.07 horas.
En los primeros metros de San Andrés, numerosos turismos se agolpaban a la izquierda de los módulos separadores. Ningún problema para el bus, que subía por Panaderas a las 13.10 horas. «Esto es una verdadera maravilla. Una de las decisiones más acertadas que tomó el Ayuntamiento en los últimos tiempos», señalaba una de las coruñesas que habían pagado el medio de transporte. Unas palabras que encontraban respaldo en los asientos cercanos.
«Ahora solo queda que bajen el precio y esto ya es perfecto», manifestaba otra persona. Mientras tanto, el autobús número 4 volvía a su punto de origen a las 13.18 horas.
Fuente: La Voz de Galicia
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