2 de enero de 2014

"Por qué los autobuses representan la democracia en acción", charla del "activista urbano" Enrique Peñalosa.

Vamos a comenzar el año internacionalmente. Con un vídeo. Un vídeo en el que el protagonista es Enrique Peñalosa. ¿Y este tal Enrique es...? Pues el señor Peñalosa es un político colombiano, también denominado "activista urbano". Es principalmente conocido en el ámbito que nos ocupa por haber sido alcalde de Bogotá entre los años 1998 y 2000 y abogar por la sostenibilidad y la movilidad en las ciudades del futuro.

"Por qué los autobuses representan la democracia en acción" es el título de la charla que podemos ver en el vídeo. En él, el antiguo alcalde de Bogotá comparte algunas de las técnicas que utilizó para cambiar la dinámica de transporte en la capital colombiana y sugiere algunas ideas para construir ciudades inteligentes para el futuro.

"Una ciudad avanzada no es aquella en la que incluso los pobres tienen auto, sino aquella en la que hasta los ricos utilizan el transporte público"


Entre otras pequeñas perlas os introducimos uno de los preceptos que todavía no entran en la cabeza de nadie que no viva en una sociedad plenamente avanzada y comprometida con la verdadera movilidad:

Nos hemos acostumbrado tanto a la desigualdad que, a veces, está delante de nuestras narices y no la vemos.

Hace menos de 100 años, las mujeres no podían votar y eso parecía normal, del mismo modo que hoy en día nos lo parece ver a un autobús en mitad del tráfico. De hecho, cuando fui alcalde, aplicando ese principio democrático de que el bien público prevalece sobre el interés privado, que un autobús con 100 personas tiene derecho a 100 veces más espacio que un auto, aplicamos un sistema de tránsito masivo basado en carriles exclusivos para autobuses.

Lo llamamos TransMilenio para hacerlo más sexy.

Y es también un símbolo democrático hermoso, porque mientras los autobuses pasan zumbando, los autos caros están atascados en mitad del tráfico. Es casi un dibujo de la democracia en funcionamiento. De hecho, no es simplemente cuestión de equidad. No se necesita un doctorado. Un comité de niños de 12 años averiguaría en 20 minutos que el modo más eficiente de utilizar el escaso espacio de carreteras es con carriles exclusivos para autobuses. En realidad, los autobuses no son sexy, pero son el único medio posible de llevar el transporte masivo a todas las zonas de las ciudades en desarrollo en rápido crecimiento. También poseen gran capacidad. Por ejemplo, este sistema en Guangzhou desplaza a más pasajeros que todas las líneas de metro de China, salvo una en Pekín, con una fracción del costo.

Fuente: ted.com > Enrique Peñalosa vía Alberto S N
Más enlaces:

Por si la queréis o precisáis, os dejamos la transcripción del texto del vídeo después del corte.


"La movilidad en las ciudades de países en desarrollo es un reto muy peculiar, ya que a diferencia de la salud o la educación o la vivienda, tiende a empeorar al ir enriqueciéndose la sociedad. Claramente, un modelo insostenible. La movilidad, como la mayoría de los problemas de los países en desarrollo, más que una cuestión de dinero o tecnología, es una cuestión de igualdad, equidad. La gran desigualdad en los países en desarrollo hace difícil ver, por ejemplo, en términos de transporte, que una ciudad avanzada no es una en la que hasta los pobres tienen auto, sino una en la que incluso los ricos usan el transporte público. O las bicicletas: en Ámsterdam, por ejemplo, más del 30% de la población usa bicicletas a pesar de que Holanda tiene una renta per cápita mayor que la de EE. UU. Existe un conflicto en las ciudades del mundo en desarrollo por el dinero, por la inversión gubernamental. Si se invierte más en autopistas, por supuesto hay menos dinero para viviendas, escuelas, hospitales, y hay también un conflicto por el espacio. Hay un conflicto por el espacio entre aquellos con y sin auto. La mayoría de nosotros aceptamos hoy día que la propiedad privada y la economía de mercados es el mejor modo de administrar los recursos sociales. Sin embargo, existe un problema: la economía de mercado necesita desigualdad de ingresos para funcionar. Algunas personas han de hacer más dinero, y otras menos. Algunas empresas han de triunfar y otras fracasar. Entonces, ¿qué clase de igualdad podemos esperar hoy con una economía de mercado?

Yo propondría dos que tienen mucho que ver con las ciudades.

  • La primera es la igualdad en la calidad de vida, especialmente para los niños, calidad que todos los niños deberían tener, más allá de las evidentes salud y educación, acceso a espacios verdes, instalaciones deportivas, piscinas, clases de música. 
  • Y el segundo tipo de igualdad es lo que podríamos llamar "igualdad democrática". El primer artículo de toda constitución afirma que todos los ciudadanos son iguales ante la ley. Eso no es simple poesía. Es un principio muy poderoso. Por ejemplo, si eso es cierto, un autobús con 80 pasajeros tiene el derecho a 80 veces más espacio de carretera que un auto con uno.

Nos hemos acostumbrado tanto a la desigualdad que, a veces, está delante de nuestras narices y no la vemos. Hace menos de 100 años, las mujeres no podían votar y eso parecía normal, del mismo modo que hoy en día nos lo parece ver a un autobús en mitad del tráfico. De hecho, cuando fui alcalde, aplicando ese principio democrático de que el bien público prevalece sobre el interés privado, que un autobús con 100 personas tiene derecho a 100 veces más espacio que un auto, aplicamos un sistema de tránsito masivo basado en carriles exclusivos para autobuses. Lo llamamos TransMilenio para hacerlo más sexy. Y es también un símbolo democrático hermoso, porque mientras los autobuses pasan zumbando, los autos caros están atascados en mitad del tráfico. Es casi un dibujo de la democracia en funcionamiento. De hecho, no es simplemente cuestión de equidad. No se necesita un doctorado. Un comité de niños de 12 años averiguaría en 20 minutos que el modo más eficiente de utilizar el escaso espacio de carreteras es con carriles exclusivos para autobuses. En realidad, los autobuses no son sexy, pero son el único medio posible de llevar el transporte masivo a todas las zonas de las ciudades en desarrollo en rápido crecimiento. También poseen gran capacidad. Por ejemplo, este sistema en Guangzhou desplaza a más pasajeros que todas las líneas de metro de China, salvo una en Pekín, con una fracción del costo.

Peleamos no solo por espacio para los autobuses, sino por espacio para las personas, y eso era aún más difícil. Las ciudades son el hábitat humano y nosotros los humanos somos peatones. Igual que los peces necesitan nadar y los pájaros volar, o los ciervos necesitan correr, nosotros necesitamos andar. Existe un conflicto verdaderamente enorme, cuando hablamos de ciudades de países en desarrollo, entre los peatones y los autos. Lo que ven aquí es una imagen que muestra una democracia insuficiente. Lo que muestra es que las personas que caminan son ciudadanos de tercera clase mientras que los que van en auto son ciudadanos de primera clase. En términos de infraestructura de transporte, lo que realmente marca la diferencia entre ciudades avanzadas y retrasadas no son las autopistas o los metros sino las aceras de calidad. Aquí hicieron un paso elevado, bastante inútil probablemente, y olvidaron hacer una acera. Esto predomina en todo el mundo. Ni siquiera los chicos que van a la escuela importan más que los coches.

En mi ciudad, Bogotá, peleamos una dura batalla para quitarle espacio a los autos, que llevaban décadas estacionados en las aceras, y hacer sitio para las personas, lo que debería reflejar la dignidad de los seres humanos, y para hacer sitio para carriles de bicicletas protegidos. Primero, no tenía canas antes de todo eso. (Risas) Y casi fui desacreditado en el proceso. Es una batalla muy difícil. Sin embargo, finalmente fue posible, tras batallas muy duras, crear una ciudad que reflejase algún respeto por la dignidad humana, que mostrase que quienes caminan son igual de importantes que quienes tienen auto. De hecho, un cuestión ideológica y política muy importante es cómo distribuir el recurso más valioso de una ciudad, que es el espacio de carreteras. Una ciudad podría encontrar petróleo o diamantes bajo el suelo y no serían tan valiosos como el espacio de carreteras. ¿Cómo distribuirlo entre peatones, bicicletas, transporte público y autos? No es una cuestión tecnológica, y debemos recordar al hacer esa distribución que en ninguna constitución existe el derecho constitucional a estacionar.

También construimos, hace 15 años, antes de los carriles de bicicletas de Nueva York, París o Londres, y fue una batalla difícil también, más de 350 km de carriles de bicicletas protegidos. No creo que los carriles de bicicletas protegidos sean un hermoso elemento arquitectónico. Son un derecho, igual que las aceras, a no ser que creamos que solo aquellos con acceso a un vehículo de motor tienen derecho a una movilidad segura sin correr el riesgo de morir. Y del mismo modo que los carriles de buses los carriles de bicicletas protegidos son también un poderoso símbolo democrático, porque muestran que un ciudadano con una bicicleta de $30, es tan importante como uno en un auto de $30 000.

Y estamos viviendo un momento único en la historia. En los próximos 50 años, se construirán más de la mitad de las ciudades que existirán en el año 2060. En muchos países en desarrollo, más del 80% y del 90% de las ciudades que existirán en 2060 se construirán en las próximas 4 o 5 décadas.

Pero esto no concierne solo a las ciudades de países en desarrollo. En EE. UU., por ejemplo, se construirán más de 70 millones de viviendas nuevas en los próximos 40 o 50 años. Esas son más que todas las viviendas que hoy existen en Gran Bretaña, Francia y Canadá juntas. Y creo que nuestras ciudades de hoy día tienen fallas graves, y que podrían construirse otras diferentes y mejores.

¿Qué tienen de malo las ciudades actuales? Bueno, por ejemplo, si le decimos a un niño de 3 años que está aprendiendo a hablar en cualquier ciudad del mundo, "¡Cuidado! ¡Un auto!" El niño reaccionará asustado y con una buena razón, pues más de 10 mil niños mueren atropellados cada año en el mundo. Hemos tenido ciudades por más de 8 mil años, y los niños podían salir de casa a jugar. De hecho, hasta hace poco, hacia 1900, no había coches. En realidad, los coches llevan con nosotros menos de 100 años. Y cambiaron las ciudades por completo. En 1900, por ejemplo, nadie murió atropellado en EE. UU. Solo 20 años después, entre 1920 y 1930, casi 200 mil personas murieron atropelladas en EE. UU. Solo en 1935, casi 7000 niños murieron atropellados en EE. UU. Así que podríamos construir ciudades diferentes, ciudades que diesen más prioridad a los seres humanos que a los autos; que den más espacio público a los seres humanos que a los autos, ciudades que muestren gran respeto por los ciudadanos más vulnerables, como los niños o los ancianos.

Les propondré un par de ingredientes que creo harían las ciudades mucho mejores, y que sería muy fácil de aplicar en las nuevas ciudades que se están construyendo. Cientos de kilómetros de espacios verdes atravesando las ciudades en todas direcciones. Los niños saldrían de casa a lugares seguros. Podrían caminar seguros por docenas de kilómetros, sin riesgos, por maravillosos espacios verdes, algo así como autopistas para bicicletas, y les invito a que imaginen lo siguiente: una ciudad en la que entre dos calles para autos hubiese una solo para peatones y bicicletas. En las nuevas ciudades por construir esto no sería especialmente difícil. Cuando fui alcalde de Bogotá, en solo 3 años pudimos construir 70 km, en una de las ciudades más pobladas del mundo, de estas autopistas para bicicletas. Y esto cambia el modo en que la gente vive, se mueve y disfruta de la ciudad. En esta imagen pueden ver cómo en uno de los barrios más pobres tenemos una lujosa calle peatonal y un carril de bicicletas y los autos aún están el barro. Por supuesto, me encantaría asfaltar esta calle para los autos. ¿Pero qué hacemos primero? El 99% de la gente en esos barrios no tiene auto. Pero pueden ver que cuando se empieza a construir una ciudad es muy fácil incorporar este tipo de infraestructura. La ciudad crece alrededor de ella. Y por supuesto, esto es solo un atisbo de algo que podría ser mucho mejor si llegamos a hacerlo y que cambia el estilo de vida.

El segundo ingrediente, que solucionaría la movilidad, ese reto dificilísimo en los países en desarrollo, de un modo sencillo y de bajo costo, sería tener cientos de kilómetros de carriles solo para autobuses; autobuses, bicicletas y peatones. Repito, sería un solución de muy bajo costo si la aplicamos desde el principio. Un transporte agradable, de bajo costo y con luz natural.

Pero, desafortunadamente, la realidad no es tan buena como en mis sueños. Debido a la propiedad privada de la tierra y a los altos precios del terreno, todos los países en desarrollo tienen un gran problema de barrios pobres. En mi país, Colombia, casi las mitad de las viviendas en las ciudades fueron inicialmente asentamientos ilegales. Y por supuesto es muy difícil tener transporte masivo o usar bicicletas en esas zonas. Pero incluso los asentamientos legales se han situado en los lugares equivocados, muy lejos del centro de las ciudades, en los que es imposible proporcionar transporte público con alta frecuencia y barato. Como latinoamericano, y Latinoamérica es la región del mundo más recientemente estructurada, recomendaría respetuosamente, apasionadamente, a aquellos países que están aún por urbanizarse —Latinoamérica pasó de un 40% de población urbana en 1950 a un 80% en 2010— les recomendaría a los países asiáticos y africanos aún por urbanizar, como la India con solo un 33% de población urbana, que los gobiernos adquieran todo el terreno alrededor de las ciudades. De este modo, las ciudades crecerían en las zonas adecuadas, con los espacios adecuados, con parques, con espacios verdes, con carriles para buses.

Las ciudades que construiremos en los próximos 50 años determinarán la calidad de vida e incluso la felicidad de miles de millones de personas en el futuro. Qué gran oportunidad para los líderes y los líderes jóvenes del futuro, especialmente en los países en desarrollo. Pueden crear una vida mucho más feliz para miles de millones de personas. Estoy seguro, soy optimista en esto, que construirán ciudades incluso mejores que las de nuestros sueños más ambiciosos."

(Aplausos)

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