El habitual lamento sobre el caos del tráfico en A Coruña, especialmente grave en las horas punta, es asumido ya con sorprendente naturalidad y resignación, como si fuera un problema irresoluble. Los distintos responsables municipales de Tráfico habidos en los últimos años han coincidido tanto en afrontar el problema esperanzados en darle una solución, en el momento de asumir las competencias, como en acabar declarándose incapaces de hallar remedio alguno. Y no puede ser así. A Coruña no puede dar por perdida la batalla contra un problema que incide tan directa y negativamente en la calidad de vida de sus vecinos y visitantes.
Los estudios encargados, los expertos consultados y los informes redactados por el Concello para buscar alternativas o paliativos a la saturada red de comunicaciones viarias de la ciudad y el área metropolitana han mostrado hasta ahora muy poca eficacia, motivo más que suficiente para no dejar en saco rato la última propuesta planteada por el concejal de Tráfico, Florencio Cardador, consistente en fijar un límite de velocidad variable en función de los tramos, la climatología, la contaminación atmosférica y los puntos negros de siniestralidad. Entre las ciudades europeas que han implantado fórmulas así figura Barcelona y su área metropolitana, donde existe además una limitación de 80 kilómetros por hora en las vías de acceso a la ciudad. Y aunque la medida ha causado una gran polémica política y social en Cataluña, los primeros datos revelan que al menos se ha producido una merma en la siniestralidad viaria y una mayor fluidez de la circulación.
Los municipios del área metropolitana de A Coruña están dispuestos a debatir y consensuar la propuesta del responsable municipal de tráfico, que, aunque en última instancia tiene que ser aprobada por la Xunta, tras el aval de la Consellería de Política Territorial, cuenta ya con el visto bueno de Stop Accidentes, una de las principales asociaciones de ayuda y orientación para los afectados por los siniestros de tráfico.
Ahora que se están ejecutando las principales redes viarias de comunicación de la ciudad y la comarca -la tercera ronda, que actuará como el nuevo cinturón de circunvalación de A Coruña, y la denominada vía Ártabra, que vertebrará el área metropolitana y sus conexiones con la Autopista del Atlántico y la Autovía del Noroeste- parece más que razonable planificar con tiempo una distribución ordenada del tráfico.
Un ejemplo de lo contrario, de la descoordinación, improvisación y descontrol, es lo que acaba de ocurrir en el propio Gobierno local con la inauguración del centro comercial Dolce Vita, el más grande de Galicia, en el polígono de A Grela.
No sólo por los monumentales atascos ocasionados o por la ineficacia del servicio público de autobuses dispuesto para acudir a la zona, que no fue reforzado ni en las rutas ni en las frecuencias de los buses, sino por la disparidad de criterio en el propio Concello.
Para el responsable de Tráfico era imprevisible tanta avalancha, mientras que para su compañero de Gobierno, que no de partido, el nacionalista Henrique Tello, lo ocurrido es un despropósito y una falta de previsión.
No le falta razón en esta ocasión a Carlos Negreira, portavoz del PP, cuando no sin cierta ironía, y a propósito del caos de tráfico ocasionado en A Grela, define al equipo de Gobierno municipal como el "ejército de Pancho Villa".
Desplazarse con rapidez y comodidad por A Coruña y su área metropolitana es una de las principales demandas ciudadanas. Es hora ya, así pues, de que el Concello aborde el problema con determinación, de que aplique soluciones que permitan una circulación fluida y garantice accesos rápidos y cómodos a las diferentes zonas residenciales, industriales y comerciales de la ciudad y la comarca, con un trasporte público adaptado a las nuevas demandas y con una red viaria que permita circular con el máximo grado de seguridad.
Por eso merece la pena abrir una serena reflexión sobre la iniciativa de fijar límites de velocidad en función de las condiciones meteorológicas y la congestión del tráfico. Porque A Coruña y su área metropolitana deben ganar la batalla del tráfico. Y deben hacerlo ya.
Fuente: La Opinión de A Coruña (Editorial)
Imagen: blog busurbano
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